Como el mundo no se acabo, muchas personas creen que nada importante sucedió el pasado solsticio de invierno. Sin embargo, para quienes aun permanecemos en este Planeta, el 21 de diciembre, nuestra galaxia y con ella todos-as nosotros entramos a una nueva era de luz y oportunidades que no deberíamos ignorar.
Todos sabemos que la Tierra da vuelta alrededor del Sol cada 24 horas, lo que determina que durante 12 horas haya luz y oscuridad las otras 12 horas. Este fenómeno natural nos permite ver durante el día el mundo que nos rodea: descubrir lo bello, evitar los peligros, abrigarnos de la lluvia, disfrutar del sol, etc. Durante la noche, a no ser por la ayuda de la electricidad, un foco o una candela, el mundo parece totalmente distinto, nos resulta imposible ver formas ni colores.
Algo similar y siguiendo una regla universal, el Sol con todos sus Planetas da vueltas alrededor del Sol Central de la Vía Láctea, a la cual pertenece nuestro sistema planetario.
Según los cálculos astronómicos ese recorrido dura aproximadamente 26.000 años, los cuales están divididos en un largo periodo de 13.000 años de luz y 13.000 años de oscuridad. Pues bien, en el ultimo solsticio (21 de diciembre) nuestro Sol completó el recorrido de los años de oscuridad e inicio la nueva ruta de luz.
A nivel energético-espiritual eso significa que a partir de ese momento, los habitantes de la Tierra podemos empezar a abril nuestros ojos espirituales lo que nos permite descubrir un universo de posibilidades dentro de cada uno de nosotros-as y en el mundo exterior.
En el largo periodo de oscuridad espiritual, los-as humanos nos hemos visto atrapados por los fantasmas que nos hacían creer que el dinero, la fama y el poder a costa de lo que fuera, era el factor de felicidad. Así nos volvimos unos contra otros y contra nuestra Madre Tierra.
Afortunadamente con los primeros rayos de luz, esos fantasmas irán desapareciendo y, poco a poco, iremos reconociendo que la felicidad esta mas bien en la solidaridad, en el compartir generosamente unos con otros, en alivianar ese equipaje cargado de cosas, ideas, prejuicios… ¡que pesan tanto!. Por eso es que con frecuencia hemos escuchado que la nueva era galáctica, será de paz y armonía y que pronto empezaremos a vibrar en una nueva dimensión.
En este contexto no nos referimos a las dimensiones espaciales,
sino a las dimensiones como estados de conciencia.
Einstein nos había revelado que todo cuanto existe en el Universo es energía. Lo que creemos objetos y materia, no es otra cosa que energía en una frecuencia más lenta. La razón es que las partículas que constituyen el átomo no están nunca en reposo, sino en constante movimiento generando energía, la cual se va condensando (por decirlo así) hasta darnos la ilusión de que hay objetos sólidos. Para entender de manera muy sencilla ese fenómeno, imaginemos una hélice, la cual al girar a gran velocidad desaparece de nuestro campo de visión, en cambio a medida que pierde velocidad, se va haciendo visible hasta llegar el momento en que deja de girar y convertirse en un objeto solido que podemos ver y tocar.
Lo que Einstein nos demostró con su formula famosa E=MC (Energía es igual a Masa por velocidad de la Luz © al cuadrado) es que la masa a altísima velocidad (velocidad de la luz al cuadrado) se convierte en energía y viceversa. Lo que significa que lo único real que existe en todos los planos es la energía en diferentes manifestaciones.
Ahora bien, como la energía es vibración, todo y esta vibrando permanentemente: nuestro cuerpo, el planeta que habitamos, la galaxia…el universo… y para que exista el Cosmos (cosmos quiere decir armonía vs. caos que es desorden), estas vibraciones están sincronizadas, o sea, mantienen un mismo nivel vibratorio.
Con el cambio planetario que se está produciendo, la vibración cósmica se ha acelerado, pasando de una tercera dimensión a una cuarta dimensión, por lo que para mantenernos sincronizados con el universo, nuestra vibración también se está acelerando. Esa es la razón de muchos cambios que estamos experimentando; algunos de ellos dolorosos y traumáticos: guerras, explotación a todo nivel, agresión a mujeres, niños, ancianos, corrupción, hambrunas. Y a nivel personal, lapsos de memoria (que nada tiene que ver con el temido alemán), dolores persistentes principalmente en la espalda y las articulaciones, jaquecas, calambres raros, gripes larguísimas, mareos frecuentes…. Pero para nuestro consuelo recordemos aquella frase de que nunca es más oscuro que cuando va a amanecer ¡Y ya esta amaneciendo!.
Cristina Zeledón
VÍA HABLANDO DE CONCIENCIA
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