Un rey, queriendo agradar a sus súbditos más leales, anunció que satisfaría el deseo de cada uno de ellos. Algunos pidieron honores, otros pidieron poderes o riquezas. Pero el más sabio entre ellos dijo: “Quiero hablar con el rey tres veces al día”.
De esta forma, en lugar de concentrarse en un capricho inmediato, este súbdito consiguió abrir un camino firme para que sus verdaderos deseos fuesen atendidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario