Una vez estuve en un pueblecito que tenía una campana junto al templo. Cuando alguien del pueblo tenía buena suerte, iba y tocaba la campana.
Si se recogía la cosecha o se casaba la hija, si alguien volvía del hospital o había hecho un buen negocio, si el tejado se había renovado, todo aquello que los alegrase. Cuando sonaba la campana, todo el mundo salía, miraba al que la tocaba y le decían:
- Muy bien hecho. Muy bien hecho.
El que tocaba la campana creaba buen Kamma porque hacía posible que los otros compartieran la alegría. Los otros creaban buen Kamma por compartir la alegría ajena.Ayya Khema.Tomado del Libro de la Sabiduría.Daniel Ramos
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