domingo, 20 de mayo de 2012

TRES REFLEXIONES...♥

1- En la conciencia de primer grado las circunstancias difíciles de la vida te empujan hacia niveles de conciencia más primitivos. Es así cómo nos convertimos en violentos cuando nos violentan. En la conciencia de segundo grado algunas veces reaccionamos ante esas dificultades desde niveles medios o incluso elevados. La conciencia de segundo grado es una transición. En la conciencia de tercer grado las dificultades desencadenan respuestas desde niveles muy elevados de conciencia, tanto más sublimes cuanto más trágica es la experiencia. Al principio, el imán es la Tierra, la Madre Ctónica que vuelve a incorporar en su seno a sus hijos. En el intermedio, Tierra y Cielo se disputan su criatura humana. Al final, el imán es el Cielo. Pase lo que pase, la criatura ya es de Dios. Esto sucede sin intervención de la voluntad, y es lo que cuentan Eckhart Tolle, Byron Katie, y tantos otros místicos e iluminados.

2- El ego puede hacerse rígido, de forma que no puede crecer. El temor es crecer. Un ego flexible permite ser hinchado como un globo, sin romperse. Los egos rígidos se rompen si se les exige demasiado. El ego no muere nunca, pero se agranda, sutiliza y amplía hasta que ya no le es posible regresar hacia la dureza ni la pequeñez previas, sino que de hecho su tamaño se amplía tanto que llega a ser uno con todo. Por eso los iluminados nos parecen egos enormes y a la vez tenemos la sensación de que están vacíos, sin ego.

3- Los problemas no desaparecen nunca, sólo se amplían y profundizan más y más. Por eso, si asociamos iluminación con felicidad, nunca seremos felices. Pues desde este punto de vista, ni siquiera Jesús fue feliz, ya que tuvo que enfrentarse a conflictos personales, sociales y espirituales extraordinariamente complejos y profundos. Una conciencia mágica no puede captar el sufrimiento del vecino, y sólo llorará porque no puede conseguir su caramelo. Una conciencia racional ya es capaz de llorar no sólo por su propio caramelo, sino por el de su vecino. Una conciencia iluminada puede captar el sufrimiento de toda la humanidad. Para los que todavía creen que cuando se iluminen serán "felices" lo mejor es recordarles la furia de Jesús al volcar las mesas de los cambistas en el templo, o el incremento de la intensidad de las propias emociones a medida que se avanza en la propia maduración. El odio y la violencia no disminuyen, sino que aumentan en intensidad, y sólo una conciencia de tercer grado puede absorber esa intensidad e impedir que sea mal usada por los
niveles primigenios del Ser.

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