Llamamos relaciones a las más importantes de nuestra vida, las de pareja, las de familia, los amigos y el trabajo. Pero debemos ser conscientes de que en cada encuentro que tenemos, con cada persona que cruzamos nuestra energía, estamos posiblemente modificando la nuestra y la del otro.
Por eso, todos los encuentros tienen valor.
Quizás hay cosas de mí que no puedo ofrecerlas en mi familia, como la tolerancia, pero la tengo con alguien que ocasionalmente cruzo en una tienda, o al revés.
Cada persona con la que comparto un momento de mi vida, es una oportunidad de verme, de dar lo mejor de mí o proyectar mis miedos.
Igualmente estamos afectando a las otras personas con nuestra presencia. Quizás nos encontremos con alguien que no se ha permitido recibir amor en su círculo familiar, pero una palabra amorosa de nuestra parte en un encuentro ocasional, en el tren, en el trabajo o en una reunión social, puede despertarle el recuerdo de quien realmente es.
Igualmente los animales nos sirven de espejo para nuestros miedos y el amor. Si pudiéramos observarnos en relación con ellos estoy seguro de que no demoraríamos en ver lo que estamos proyectando.
Tanto sea dolor o compasión, miedo o amor. Todo el tiempo, con todas las personas, en cada encuentro, tenemos la oportunidad de sanarnos ofreciendo amor.
JULIO BEVIONE
inspirulina.com
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