La enfermedad no es un mal a suprimir sino un beneficio a comprender.
Edward Bach llegó a comprender el sentido último de la enfermedad, el cual develaremos en el último punto.
¿Por qué no suprimir a la enfermedad como a un mal no deseado?. Obviamente que nadie la desea, pero es el resultado de tomar un camino equivocado en algún aspecto de nuestra vida. Suprimirla sin rescatar la lección que nos trae nos alejaría de la oportunidad de aprender y superarnos.
La enfermedad, de acuerdo a esta visión, no es algo que se le agrega al ser humano, sino que es propio del ser. Es la forma que tenemos de reconocer e integrar lo que hemos negado en nuestra vida. Es reconocer nuestros errores para poder repararlos y proseguir en nuestro camino hacia la perfección.
“La presencia de la enfermedad nos indica la necesidad de aprender una lección que de otro modo nos hubiera pasado desapercibida y que no puede erradicarse mientras que no se aprende la lección”.
La enfermedad es consecuencia de un conflicto.
Como vimos en artículos anteriores, Bach plantea la existencia de una polaridad básica: alma y personalidad.
La enfermedad es el resultado de un conflicto entre ambas. Aparece cuando la personalidad se aleja del camino trazado por el alma, olvidándose de que es un medio y transformándose en el fin de la existencia.
“Enfermedad es la consecuencia de un conflicto cuando la personalidad se niega a obedecer los mandamientos del alma, cuando existe una desarmonía, enfermedad, entre el elevado y espiritual yo y la personalidad, más baja, que conocemos como nosotros mismos…”
La enfermedad no es material en su origen.
Detrás de cualquier síntoma físico o psíquico se encuentran presentes defectos psicológicos que son su causa subyacente.
“La causa de la enfermedad pretende que acabemos con una errónea forma de preceder. Es el método más eficaz para poner nuestra personalidad en armonía con nuestra alma. Si no existiera el dolor, ¿cómo podríamos saber que la crueldad duele?. Si nunca sufrimos una pérdida, ¿cómo podríamos jamás reconocer el padecimiento que se produce con el robo?. A decir verdad, deberíamos aprender nuestras lecciones a nivel espiritual para, así, ahorrarnos el sufrimiento corporal, pero a muchos de nosotros le sería imposible. Y es por este motivo que se nos ha entregado la enfermedad, para acelerar nuestra evolución…”
En la enfermedad no hay nada accidental.
Para Bach, el modo y la manera en la cual una enfermedad se manifiesta, el órgano o la función que se afecta no deben verse como obra de la casualidad, sino de la causalidad. Todo síntoma contiene un significado que debe ser estudiado únicamente en el contexto de la vida de quien lo padece. No es recomendable generalizar. Es por esta razón que no existen florales específicos para determinados síntomas físicos.
“Cuando un paciente comete una equivocación espiritual, ello desencadena un conflicto entre el yo espiritual y el físico, siendo el resultado final la enfermedad. El error puede ser subsanado, el veneno puede ser apartado del cuerpo, pero permanece un vacío, continúa existiendo una fuerza perjudicial, pero ahí donde esa fuerza estaba localizada permanece un espacio muerto.”
La enfermedad es la cura.
Esto afirma lo expuesto en el punto 1 (la enfermedad es beneficiosa). La enfermedad no es ni un mal ni un castigo que se nos impone o autoimpuesto, sino que es el estado necesario para corregir el defecto o error cometido. Error que nos aleja de nuestro camino de redención hacia nuestra alma.
“El método perfecto no consiste tanto en apartar la influencia perjudicial, sino mucho más en hacer propia una virtud que se le opone, pudiendo subsanar los errores a través de esas virtudes. Ésta es la ley de los opuestos, de lo positivo y de lo negativo.”
Alvaro Würth
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