viernes, 2 de septiembre de 2011

REENCUENTRO CONMIGO MISMO...♥



Sabía que cada uno de nosotros es único en cada momento, irrepetible y sin embargo, semejantes. Por lo tanto, cada uno de nosotros tiene una personalidad única. ¿Y la semejanza? Esa semejanza no podía encontrarla por más que buscaba.

Poco a poco fui dándome cuenta, después del Curso de Milagros y otros, que esa semejanza radica en nuestro Cuerpo de Luz, nuestro Espíritu y que aún así, somos únicos e irrepetibles. Pero esa semejanza nos hacía parecer como diminutas chispitas, como diminutos brillantes de muchas facetas y nos veíamos todos iguales, luminosos, hermosos, aunque diferentes. ¿Qué pasaba? ¿Y la semejanza?

Semejanza significa parecido, pero no igualdad. Y de nuevo el conflicto, porque sé que todos somos iguales. Esa igualdad es algo parecido a la semejanza, me dije. Existe pero aquí no podemos verlo. Y entonces comprendí que somos iguales y semejantes ante los ojos de Dios, nuestro Padre, pero aquí, por nuestro libre albedrío, las ilusiones y nuestra imaginación, nos hemos hecho diferentes. Hasta creamos niveles de conciencia.

Y ¿qué significa todo eso? Que seguimos creyendo en la separación. No solamente de nuestro Padre, sino de cada uno de nosotros. Y en la separación, y por la separación, nos vemos diferentes, no nos aceptamos como iguales y mucho menos como semejantes. Y todo es cuestión de semántica porque en resumidas cuentas, semejante o prójimo, somos todos y cada uno de nosotros. Con esto solamente estamos demorando el reconocimiento de quienes somos, el reencuentro con nosotros mismos.

Todos y cada uno de nosotros, semejantes o prójimos, somos un único Hijo de Dios. Por lo tanto, no estamos separados. Existimos juntos, estamos interconectados y entrelazados y somos interdependientes. Sin embargo, tenemos extraviada la fe y no lo creemos. Nos cuesta trabajo hasta imaginarlo…

Maytte

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