Peor que la convicción del “no” es la incertidumbre del “tal vez”, es la desilusión de un “casi”. Es el casi el que incomoda, entristece, que mata trayendo todo lo que podría haber sido y no fue.
Quien casi ganó, todavía juega, quien casi murió está vivo , quien casi amó, no amo. Basta pensar en las oportunidades que se escurrieron, en las chances que se pierden por el miedo. Me pregunto a veces… qué nos lleva a elegir una vida tibia? Si la virtud estuviese en medio término, el mar no tendría olas, los días serían nublados y el arco iris en tonos de gris. La nada no ilumina, no inspira, no aflige ni calma, apenas amplia el vacío que cada uno trae dentro de sí.
Ni la fe mueve montañas, ni todas las estrellas están al alcance, pero preferir la derrota previa a la duda de la victoria, es desperdiciar la oportunidad de merecer.
Para los errores existe el perdón, para los fracasos, oportunidad; para los amores imposibles, tiempo. De nada sirve cercar un corazón vacío o economizar el alma. Un romance cuyo fin es instantáneo o sin dolor, no es romance.
No dejes que la melancolía sofoque, que la rutina acomode, que el miedo te impida intentar. Desconfía del destino y cree en ti.
Gasta más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando, porque aunque quien “casi” muere está vivo… quien “casi” vive, ya murió.
Sarah Westphal
VÍA PENSAMIENTOS
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