El marido: “¿Sabes, querida? Voy a trabajar muy duro y algún día seremos ricos”. La esposa: “Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún día también tengamos dinero”.
Muchas personas viven la vida superficialmente, imaginando que conseguir ciertas metas materiales las llevarán a experimentar la felicidad, la paz y la libertad verdaderas. Pasan la mayor parte de su tiempo pensando en el futuro y en las estrategias que las llevarán a conseguir sus tan anheladas metas. La ambición de tener un estatus de vida mejor hará que las personas sacrifiquen sin ninguna conciencia del costo final, sus afectos, sus sueños, su bienestar y hasta la posibilidad de conseguir la verdadera realización personal.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos, es tarde ya, cuando descubren que la mayor parte de la existencia se pasó sin que se dieran cuenta de ello, y tratan de rehacer su vida y aprovechar el tiempo que les queda, teniendo que enfrentar sus propios miedos, sus prejuicios y los pensamientos negativos que les recuerdan todo el tiempo que ya están viejos, que no tienen la energía o los recursos necesarios para empezar de nuevo.
No son las cosas de afuera las que pueden en verdad llenar nuestros vacíos existenciales, pero aún así nos empeñamos en obtenerlas como si de esto dependiera ganar el permiso necesario para ir entonces por nuestros verdaderos sueños y nuestra felicidad. Bien vale la pena detenernos por un momento para reflexionar acerca de lo que estamos persiguiendo, para preguntarnos si realmente el conseguirlo hará que podamos sentirnos llenos y satisfechos al final del recorrido.
Dejemos de vivir hacia fuera y vayamos al encuentro y al rescate de los valores esenciales y maravillosos que tiene la vida. Encontremos el significado y el valor de los aspectos cotidianos, disfrutemos del encuentro y del intercambio con los demás, experimentemos el placer de tener el cariño, el afecto, el apoyo y la compañía de personas especiales.
MAYTTE
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