La memoria está lejos de ser una función exclusivamente intelectual. Los recuerdos de una persona no son como los de una computadora: no se almacenan datos, sino que se fijan vivencias. Esto significa que se recuerdan las imágenes visuales, las palabras, pero también los olores, los sabores, las sensaciones…
Se puede decir que la memoria, en el ser humano, es una función básicamente afectiva. La información y las vivencias que se recuerdan casi nunca corresponden a datos objetivos. La memoria humana es creativa y por eso suprime o añade elementos a esos recuerdos, dependiendo de los afectos que estén involucrados.
“Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza.”
-Paul Géraldy-
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