Comprobar que te va mal y continuar por el mismo camino no es de inteligentes.
Si la terquedad nos trae problemas, normalmente de forma reiterada y siempre del mismo cariz, habrá que ir pensando en cambiarla por la flexibilidad.
La obstinación es prima hermana de la irresponsabilidad: hago lo que quiero, y no lo que debo, aunque sé que me estoy equivocando...
Pues eso, que es darse de bruces con el conflicto, una y otra vez, tropezar con la misma piedra y buscarla de nuevo para volver a tropezar. Puesdes engañarte haciéndote creer que así ganas y que eres fuerte, pero en realidad pierdes y eres débil. En el instante en que te atreves a cambiar la perspectiva (¿Qué hago mal? en lugar de ¿Qué me hacen?), se produce una cascada de novedades apasionantes y gratificantes.
Publicado por Concha Barbero de Dompablo
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