Hymie Goldberg llevaba veinte años comiendo en el mismo restaurante, y todos los días, invariablemente, tomaba sopa de pollo, pero un día llamó al camarero después de que le hubiera servido la sopa.
—Dígame, señor Goldberg —dijo el camarero.
—Haga el favor de probar esta sopa —dijo Hymie.
El camarero se quedó atónito.
—¿Cómo que pruebe la sopa? Lleva usted veinte años tomando esta sopa de pollo, todos los días. ¿Ha cambiado alguna vez?
Hymie no hizo caso al camarero.
—Pruebe la sopa —insistió.
—Pero ¿qué le pasa, señor Goldberg? —exclamó el camarero—. Sé a qué sabe la sopa de pollo.
—¡Pruebe la sopa! —gritó Hymie.
—Vale, vale —dijo el camarero—. ¿Dónde está la cuchara?
—¡Ajajá! —exclamó Hymie.
No estaba aburrido de la sopa; es que no tenía cuchara.
En primer lugar hártate de tus pasiones; es demasiado pronto para ser observador. Y cuando te hartes de tus pasiones y tus aventuras, verás que desaparecen la ira, los celos y la codicia.
Entonces será el momento, el momento adecuado para iniciar la aventura definitiva de ser el observador, el meditador, el testigo.
Entonces será el momento, el momento adecuado para iniciar la aventura definitiva de ser el observador, el meditador, el testigo.
En primer lugar, sigue jugando con tus juguetes. En la vida de todo niño llega un momento en el que deja a un lado los juguetes y se olvida de ellos.
En la vida de todo hombre o mujer inteligente también llega el momento en el que se harta de los juguetes de la vida cotidiana, a los que incluso los animales tienen acceso.
Y entonces surge la necesidad de superar a los animales, de superar la sociedad humana, de preguntarse por la fuente misma de la vida, de la propia consciencia.
Entonces habrás penetrado en un misterio interminable.
Jamás te aburrirás... y lo digo con absoluta certeza, porque yo no hablo sobre ello, sino que estoy dentro de ello, formo parte de ello.
No me he aburrido ni un solo momento en toda mi vida.
Pero no voy a decirte que te creas lo que digo. Solo puedo aconsejarte que vayas paso a paso, de modo que un día también tú puedas experimentar esa inmensa bendición.
Es un derecho inalienable.
OSHO
http://oshochistes.blogspot.com.ar
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