Cuando me di cuenta de que la escalera al cielo
estaba hecha de la experiencia humana aprobé y amé hasta el más horrendo de mis pensamientos. Vivi Cervera.
Los seres humanos casi siempre estamos huyendo de lo que más nos cuesta trabajo aceptar o asumir. Tristeza, dolor, expectativa, frustración, rencor, emociones diversas que cuando aparecen sólo nos hacen preguntarnos ¿Algún día se irá? Pero la verdad es que no funciona así. El viaje nuestro se detiene al igual que nuestros procesos internos cuando rechazamos algo que debe ser experimentado.
¿Qué es lo que debe ser experimentado? Lo que aparece en tu percepción. Sea cual sea la emoción o el sentimiento que percibas, debes darle entrada y no resistirlo para que deje de parecerte perjudicial. Mi opinión de todo esto es que si llega a mi vida, debo hacerme cargo y debo decirle SÍ, ENTRA y QUEDATE, para que no se convierta en mi enemigo. Es por esto que me permito experimentar enojo; yo me doy ese permiso cuando lo veo llegar y lo hago porque sé que el enojo no es lo que me enseñaron, es un gran regalo que se me da para que pueda sanar muchas otras cosas y por lo tanto es una emoción casi inevitable en esta dimensión. Es a partir de ella como encontramos la corrección.
Si resistes un enojo, un viejo rencor, el miedo, una fobia, un engaño, un dolor, una tristeza, una pasión, o un sentimiento, esto crecerá hasta adueñarse de ti por completo y su fuerza te hará doblegarte en el momento que menos lo esperes. No te resistas a nada. Deja que la vida te dé, lo que tenga que darte. Si sales corriendo, esa memoria irá detrás de ti, te alcanzará y te hará sentir pequeñ@, insignificante, culpable, mal@, triste. Y si al final de cuentas la resistencia persiste, no te resistas tampoco a ella. Ama tus resistencias porque su llegada a tu mundo no es casual.
No te estoy diciendo que esto sea fácil, que vivir lo sea. Te estoy diciendo que tú puedes, ya que por alguna razón estás aquí conmigo caminando.
Si pese a fluir, pese a danzar con la vida, el dolor continúa, entonces permite que te lastime, deja que te trague y haz que lo sepa. Dile: Vuélveme pedazos, trágame, devórame o acábame, hasta que no quede nada de mí, para que así yo tenga la oportunidad de empezar de cero. Verás que ese recuerdo al fin se va.
Gracias por leerme.
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