viernes, 2 de agosto de 2013

EL EFECTO PIGMALEÓN...♥



“El mejor regalo que le podemos hacer a otro no es sólo compartir nuestras riquezas, sino ayudarlo a descubrir la suyas propias”, Benjamín Disraeli.

Pigmalión era un apasionado escultor que vivió en la isla de Creta. En cierta ocasión, inspirándose en la bella Galatea, modeló una estatua de marfil tan bella que se enamoró perdidamente de ella, hasta el punto de rogar a los dioses para que la escultura cobrara vida y, de este modo, poder amarla como mujer real. Venus decidió complacer al escultor y dar vida a esa estatua que se convirtió en la desada amante y compañera de Pigmalión. La expectativa cargada de deseo se hizo finalmente realidad.

El efecto Pigmalión es el proceso por el cual las creencias y expectativas de una persona afectan de tal manera su conducta que el mundo tiende a confirmarlas. En el terreno de la psicología, la economía, la medicina o la sociología, diversos investigadores han llevado a cabo interesantísimos experimentos sobre la existencia y la potencia del efecto Pigmalión. Quizás uno de los más conocidos es el que llevaron a cabo, en 1968, Rosenthal y Jacobson bajo el título Pigmalión en el aula.

El estudio consistió en informar a un grupo de profesores de primaria que a sus alumnos se les había realizado un test que evaluaba sus capacidades intelectuales. Luego se les dijo a los profesores cuáles eran, concretamente, los alumnos que obtuvieron los mejores resultados. Se les dijo también que era de esperar que estos alumnos destacados fueran los que mejor rendimiento tendrían a lo largo del curso académico. Y así fue. Al finalizar el curso, ocho meses después, se confirmó que el rendimiento de estos muchachos especiales fue mucho mayor que el del resto.

Hasta aquí no hay nada sorprendente. Lo interesante de estew caso es que en realidad jamás se realizó tal test al inicio del curso. Y los supuestos alumnos brillantes fueron un 20 por ciento de chicos elegidos al azar, sin tener para nada en cuenta sus capacidades.

¿Qué ocurrió entonces? ¿Cómo era posible que alumnos corrientes fueran los mejores de sus respectivos grupos al final del curso?

Muy simple, a partir de las observaciones en todo el proceso se constató que los maestros crearon una tan alta expectativa de esos alumnos que actuaron a favor del cimplimiento de la misma. De alguna manera, los maestos se comportaron convirtiendo sus percepciones sobre cada alumno con una didáctica individualizada que les llevó a confirmar lo que les habían dicho que sucedería.

Seleccionado por Andrés Ubierna del libro La buena vida, de Alex Rovira

No hay comentarios:

Publicar un comentario