He oído la historia de un viejo monje zen. Estaba en su lecho de muerte. Había llegado su último día, y declaró que esa noche dejaría de existir. Entonces, los seguidores, los discípulos, los amigos comenzaron a llegar. Se reunía gente de lugares lejanos y remotos.
Uno de sus viejos discípulos, al oír que el maestro iba a morir, corrió al mercado. Alguien preguntó:
-El maestro está muriendo en su cabaña, ¿por qué corres hacia el mercado?
El viejo discípulo dijo:
-Sé que a mi maestro le encanta cierto tipo de tortas; así que se la voy a comprar.
Fue difícil encontrar esa torta, porque ya no estaba de moda, pero a la noche, de alguna manera, la había conseguido. Llegó corriendo con la torta. Y todos estaban preocupados: el maestro parecía estar esperando a alguien. Abría los ojos, miraba y volvía a cerrarlos. Y, cuando llegó el discípulo, dijo:
-Bien, has llegado. ¿Dónde está la torta?
El discípulo sacó la torta, y se puso muy contento cuando el maestro preguntó por ella. Agonizando, el maestro tomó la torta en la mano, pero su mano no temblaba. Estaba muy viejo, pero la mano no le temblaba.
Entonces, alguien preguntó:
-Estás muy viejo y estás a punto de morir. Estás por exhalar tu último aliento, pero ¿no te tiembla la mano…?
El maestro respondió:
-Yo nunca tiemblo, porque no tengo miedo. Mi cuerpo se volvió viejo, pero yo aún soy joven, y seguiré siéndolo aun cuando el cuerpo ya no esté.
Entonces, dio un mordisco y comenzó a masticar la torta. Y entonces alguien inquirió:
-¿Cuál es tu mensaje, maestro? Nos dejarás pronto. ¿Qué quieres que recordemos?
El maestro sonrió y dijo:
-¡Ah! Esta torta es deliciosa.
Éste es un hombre que vive en el aquí y ahora. El momento siguiente carece de significación. En este momento, la torta está deliciosa.
Fuente: http://senderoespiritual.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario