Puedes
repetir un mantra, puedes hacer cierto tipo de meditación; puede
ayudarte un poquito en esto o aquello, pero sólo puede ayudarte a seguir
siendo lo que eres. No es una transformación.
Por
tanto, mi propuesta es para los realmente osados, para los temerarios
que están dispuestos a cambiar su forma de vida, que están dispuestos a
jugárselo todo porque en realidad no hay nada que jugarse: sólo su
felicidad, su infelicidad. Pero la gente se aferra incluso a eso.
He oído contar esto:
En
un remoto campo de entrenamiento, un escuadrón de reclutas acababa de
volver a su alojamiento tras un día de marcha bajo el ardiente sol.
-¡Qué vida ésta! -dijo un soldado novato-. A kilómetros de cualquier parte, un sargento que se cree Atila, sin mujeres, sin alcohol, sin permisos... y para colmo, mis botas son dos números más pequeñas.
-No tienes por qué aguantar eso, tío -dijo un compañero-. ¿Por qué no te pones otras botas?
-¿Para qué? -replicó el otro-. ¡Quitármelas es el único placer que tengo!
¿Qué más tienes que poner en juego?
Sólo
tu infelicidad. El único placer que tienes es hablar de ella. Fíjate en
la gente cuando habla de su infelicidad, lo contentos que se ponen.
Pagan por eso; van a los psicoanalistas para hablar sobre su infelicidad
y pagan por ello. Alguien los escucha con atención, y ellos encantados.
Osho- "Alegrìa"
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