El pasado Lunes, leí una entrada en Facebook que explicaba la razón de que el Lunes, el primer día de la semana, según nuestro calendario (para los anglosajones es el Domingo), es tan, diciéndolo en positivo, “poco apreciado” no solo por los españoles, europeos o demás mortales de países del primer mundo. Parece ser que este sentimiento de desagrado traspasa muchas más fronteras.
Con esto de la globalización, ya no necesitamos acudir a la raíz etimológica de una palabra para conocer su origen y por qué. Hay otras opciones, como averiguar su significado en otras lenguas. Así, resulta, que si dijésemos Lunes al revés, la palabra que deriva, “Senul”, es en birmano un tipo de tortura que provoca una muerte lenta y dolorosa.
Con razón…
Indudablemente es una explicación, algo rebuscada, pero peor es no saber el motivo ni el por qué de ese malestar y negatividad exacerbada nada más poner el despertador o apagarlo y pensar o pronunciar “mañana lunes” o “de lunes”.
Pues a mi me gusta. No por ser, llamarse, ese día Lunes, sino por el día en sí, otro más, se llame como se llame, y ocupe el día de la semana que ocupe, que estoy viva.
Hace tiempo tomé conciencia del poder de las palabras, algo a lo que la mayoría no da importancia porque, ciertamente, nadie nos ha hablado de sus efectos y quienes lo han hecho han pasado desapercibido.
Un ejemplo de contundencia, “porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”, del Maestro Jesús. Desde luego, se las llevó el viento…
Y es que las palabras son la verbalización de nuestros pensamientos y creencias y dan origen a nuestros sentimientos y emociones, que a su vez, son causas de nuestras actitudes, comportamientos y acciones. Lo que después vemos, oímos, saboreamos, gustamos o tocamos, en lo que llamamos nuestra realidad, solo son efectos de esas causas.
No es un nombre, un día de la semana lo que odiamos, lo que nos provoca depresión, malestar, apatía, estrés, aburrimiento, sin sentido. Es en lo que hemos convertido nuestra vida, como estamos usando nuestra libertad y poder creativo, las decisiones conscientes o inconscientes que a cada momento tomamos. No es el Lunes, es nuestro vacío interior o nuestra plenitud de vida.
Nada tiene más poder, o menos, que el que nosotros le otorgamos. Y es completamente absurdo que el ser humano, pináculo de la Creación, a imagen y semejanza de su Creador, entregue toda su libertad y poder a un concepto, a un nombre, a un día: Lunes.
Pues, repito, a mí me gustan los Lunes. Y así empiezan todas las reflexiones y “compartires” que ofrezco a través de mi blog.
Y sé que a ti también te gustan. Y los martes. Y los jueves. Cada día que amaneces y das gracias por una nueva oportunidad de crear y disfrutar de la Vida.
Ana Novo
La Comadrona Espiritual ®
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