domingo, 15 de junio de 2014

Mis deudas representan la fe que tengo yo y los demás en mi futura prosperidad económica







Si piensas contraer una deuda, consulta primero los consejos de tu interior y pregunta si la decisión es apropiada. Las deudas contraídas para financiar un avance importante, llevan en sí la posibilidad de aportarte más dinero del prestado. Las deudas contraídas para pagar los gastos mensuales, indica­rían un problema básico en la configuración de tu economía. Puedes tomar dinero prestado para pagar el alquiler, pero éste seguirá siendo un problema el mes siguiente. Normalmente, es mejor pensar en otras maneras de conseguir dinero que los préstamos, cuando se trata de necesidades permanentes.


En ocasiones, parece necesario recurrir a un préstamo para poder salir adelante, comprar lo necesario o financiar una nueva empresa. Si has contraído una deuda, no dejes que el hecho te impida sentirte próspero. Si tus deudas te desbordan, si crees que te han prestado más dinero del que eres capaz de devolver, recuerda tu confianza original en poder pagar fácil­mente estas deudas. En el momento de pedir el dinero, confias­te en tus futuros ingresos; sigue renovando esta confianza. En vez de dejar que tus deudas se conviertan en preocupaciones, cumple con placer incluso los plazos mensuales más reducidos. Visualiza la disminución de las cantidades debidas y, eventual­mente, las deudas serán saldadas.


La preocupación por las deudas no es productiva. Quizá hubieses preferido no tenerlas pero no podrás saldarlas si no desvías tu atención hacia ideas creativas y trabajas, en vez de inquietarte. Si no puedes cumplir un plazo, no te olvides de estar en contacto con tus acreedores. Diles que tienes la intención de pagar y envíales todo el dinero que puedas, aunque sea sólo una fracción de la suma debida. Los acreedores agradecerán tu preocupación y, normalmente, estarán dispuestos a aceptar lo que puedas darles, si tus pagos se realizan regularmente.


Una familia se quedó casi sin dinero cuando el padre perdió su trabajo. Los acreedores les telefoneaban y la mujer tenía miedo de contestar a las llamadas o abrir la puerta porque siempre había alguien que reclamase su dinero. La situación parecía muy grave. Un día, un amigo le dijo que, si uno se pone en contacto con los acreedores y les explica la situación, éstos suelen hacer concesiones.


Ella no creía posible que fuera éste su caso, ya que la mayoría de sus acreedores eran grandes instituciones. No obstante, tuvo el valor de coger el teléfono y llamar a todos y cada uno de ellos, explicándoles su problema y afirmando su intención de pagar las cuentas. Para su gran sorpresa, todos los acreedores fueron amables y razonables. Les ofreció pagarles 500 ó 1000 Ptas. al mes hasta poder asumir plazos más grandes, y todos aceptaron.


Si tienes deudas y deseas saldarlas, empieza calculando su suma total. Perdónate a ti mismo por los malos sentimientos que hayas podido tener acerca de esta deuda; date cuenta de que tanto tú como las personas que te prestaron el dinero creísteis, en su momento, en tu futura capacidad económica. Visualiza el saldo final de tus deudas. Imagínate que las canti­dades debidas son de "0.00 Ptas. Préstamo liquidado". Visualízate a ti mismo pagando el último plazo; haz que la escena sea lo más real posible. Experimenta los buenos sentimientos de aquel momento.


No te preocupes por lo mucho que se tarda en devolver un préstamo; será más pronto de lo que te piensas. Cuando estés a punto de pagar el plazo siguiente, escribe primero un cheque "falso" por el importe total. Ponlo en un lugar donde lo puedas ver cada vez que ingresas en tu cuenta. Pagando, transmite mentalmente tu amor y agradecimiento a tu acree­dor, por la confianza que puso en ti.


Muchas personas calculan su propia valía de acuerdo con el balance de sus cuentas bancarias. Incluso si no tienes una cuenta de ahorro y sí tienes deudas, tu propia valía existe al margen de ello ‑ tienes tus aptitudes, tus conocimientos, tus actitudes, tu educación, tu experiencia y tus contactos. Todo lo que has aprendido y todas tus aptitudes son fuentes de futuros ingresos. El aprendizaje y la experiencia del pasado son tu valor neto y puedes convertirles en dinero.


Sanaya Roman y Duane Packer

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