El místico Ramakrishna, líder religioso de la India, empezó a dedicarse a la vida espiritual a los dieciséis años. Al principio, lloraba amargamente por no conseguir ningún resultado, a pesar de su intensa dedicación al trabajo en el templo. Explicando, más tarde, esta etapa de su vida, dijo:
“Si un ladrón pasase la noche en una sala que estuviese separada de un cuarto lleno de oro apenas por una pared finísima, ¿conseguiría dormir? Se pasaría despierto toda la noche trazando planes. Cuando yo era joven, mi deseo por Dios era más ardiente que el que un ladrón siente por el oro, y me costó mucho aprender la mayor virtud de la búsqueda espiritual: la paciencia”.
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