Hace algunos días volví a ver una película que trataba sobre una chica que tenía una relación con un muchacho de su colegio, que manifestaba problemas graves de conducta hasta el punto de llegar a golpearla por mínimos detalles. Y fue gracias a ciertas situaciones, como los padres de la chica se dieron cuenta de esto y de inmediato comenzaron a actuar según lo que ellos creían que sería lo mejor para ella.
Claro está
que no contaban con que su
hija no deseaba lo mismo que
ellos y que pese al maltrato
sufrido, pese a los golpes,
deseaba continuar con esa
relación como si nada
hubiera pasado. Entonces lo
único que les quedó fue
llevarla con una terapeuta
para que le ayudara a
aclarar sus ideas e incluso
a sobrellevar los momentos
difíciles, y fue la
terapeuta quien les dio una
solución poco fácil de
aceptar y que yo interpreté
de la siguiente manera:
Permitan
que su hija viva su
experiencia hasta que ella
misma comprenda que está en
una relación de abuso.
Mientras ella no se dé
cuenta de esto, ustedes no
podrán hacer nada. Aquí lo
principal es el hecho de
darle su propio espacio para
que pueda elegir.
Con mucho
esfuerzo ellos lograron
aceptar que su hija tenía un
mundo propio que tenía que
explorar y que aunque
quisieran lo mejor para su
vida, no podían ser los
dueños de su experiencia y
no podían penetrar su mente
para convencerla de algo que
ella no sentía necesidad de
hacer. De cualquier manera,
la chica necesitaba aprender
de sus propias vivencias, al
costo que fuera.
Finalmente, gracias
a que los padres soltaron la
situación, su hija decidió
renunciar a esa relación de
maltrato cuando ya las cosas
fueron demasiado lejos.
Ambas cosas estuvieron
relacionadas. Soltar,
liberar, dejar ir una
situación para que lo
perfecto pueda salir a la
vista, origina respuestas
importantes de las personas
que nos rodean.
La base siempre será: soltar
la necesidad de que las
cosas sean como queremos.
Aunque se trate de tus
hijos, aunque creas tener
pleno dominio sobre ellos,
su mente también crea,
también tiene poder. No lo
subestimes y ponte de su
lado porque eso es lo que
necesitan y además es lo
único que funcionará.
Todos los
seres humanos sin importar
la edad, tenemos un guía que
sabe lo que necesitamos y lo
que es preciso hacer para
vivir. El guía siempre está
ahí y nos va a acompañar en
cada experiencia triste o
feliz pero importante para
nuestro crecimiento. Tus
hijos tienen su propio guía
espiritual, su ángel
guardián o su Yo Superior,
si comprendes esto ahora
sufrirás menos por sus
elecciones.
Gracias por
leerme. Les amo.
VIVI CERVERA
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