Usualmente, no estamos acostumbrados a reconocer nuestros propios límites y, por lo tanto, no se los mostramos a los demás de forma asertiva. Es por esta razón que en muchas ocasiones permitimos que las personas con las que nos relacionamos hagan repetidamente cosas que nos molestan o nos duelen, hasta que llegamos a nuestro límite de tolerancia, explotamos y de forma enérgica o inclusive grosera decimos: ¡YA BASTA! Debido a que esperamos hasta ese momento de saturación total, entonces marcamos nuestro límite con enojo, hemos asociado el poner límites con ser grosero o violento; sin embargo esto no tendría que ser así si aprendes a reconocer tu "límite de bienestar" y practicas cómo marcarlo continuamente a los demás. En primera instancia tendríamos que familiarizarnos con el concepto de "límite de bienestar", este es hasta dónde te sientes bien con una situación, y luego cuentaselos a aquellos con quienes te relacionas.
VÍA MUJER ÁRBOL
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