La memoria decía:
- Fue así.
Y la vanidad replicaba:
- De ninguna manera. No fue como tú dices.
La memoria repetía.
- Yo te digo que fue así, me acuerdo perfectamente .
Pero la vanidad insistía:
-Yo sé que no pudo haber sido así.
Cuanta la leyenda que las dos se pelearon duramente por ese asunto, se pelearon y se pelearon...
Al final sucedió lo que siempre sucede.
La vanidad se puso tan firme que la memoria, cansada de argumentar inútilmente se dio por vencida.
El hombre, desde entonces, dejó de confiar en su recuerdo más fidedigno y prefirió dar por cierta la historia que a su vanidad y a su orgullo más les convenía.
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