-¡Qué complicación y qué maravilla!, -exclamó el Abad viendo caminar a un ciempiés-, ¡lo hace tan bien que parece facilísimo!
Y de pronto, le vino a la memoria una historia que había escuchado tiempo atrás no sabía dónde:
"Érase una vez un pequeño ciempiés que ya había crecido lo suficiente y sintió que debía lanzarse a caminar. Pero al verse con tantos pies preguntó inquieto a su madre:
- Mamá, para poder andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o los de la izquierda, los de delante o los de detrás? ¿O mejor los del centro? ¿Y cómo hay que hacerlo para llegar adonde quiero? ¿Y por qué tengo tantos pies?
A lo que la madre, amorosamente, le respondió:
-Cuando quieras andar, hijo mío, deja de cavilar y ... ¡anda!".
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