- El problema es que yo me obsesiono con demasiada facilidad y no consigo salir del bucle y ver las cosas desde otra perspectiva con la misma facilidad.
- ¿Cómo te sientes ahora, después de habérmelo contado?
- Mucho mejor, más tranquila... Tengo la sensación de que se me ha evaporado ese peso que te comentaba que tenía aquí,m en el pecho.
- Me alegro. ¿Eres consciente de lo que hemos hecho para que esto ocurra? ¿O crees que ha sido magia?
- No, magia no... Hemos hablado del problema que me obsesionaba.
- Has hablado del problema, yo sólo he hecho preguntas.
- ¡Pero tus preguntas han resultado muy importantes!
- ¿Por qué crees eso?
- Tengo la sensación que algunas de tus preguntas me incitaban a buscar nuevas opciones, nuevas ideas, o incluso algunas viejas que consideraba inútiles y que a analizadas desde una nueva óptica me han vuelto a aparecer muy útiles.
- ¿El mérito es de las preguntas o de tu capacidad para aprovecharlas y explorar?
- Supongo que es una capacidad y un mérito mío, pero creo que no lo podría haber conseguido sin tus preguntas.
- ¿No crees que podrías?
- Ahora mismo no, ni de coña... ¿Cómo podría?
- Pensando más lento. Hemos de conseguir ralentizar tu pensamiento... ¿Cómo crees que se puede conseguir eso?
- Escribiendo, ¿no?
- Exacto. Escribir sobre lo que te preocupa te ayuda a evidenciar las lagunas que hay en tu discurso obsesivo y te obliga a explorar, si eres coherente, aspectos diferentes del mismo. En el fondo es como si descomprimieses el problema y con ello obtuvieses información nueva.
VÍA SABER LO QUE BUSCO
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