Una flor verdadera tiene que sortear millones de obstáculos. Cuán humilde es una flor verdadera... ¡cuán frágil! Aparece en la mañana para enfrentar el mundo sola en toda su fragilidad. Debe enfrentar las tormentas, las nubes, la lluvia, los animales, los niños. He ahí su belleza: existe en contra de todas esas adversidades. Y al caer la noche, desaparece. Es imposible encontrarla nuevamente porque ya no está. Pero tuvo vida. En la mañana, brota en todo su esplendor y en la noche, se ha ido, se ha desvanecido, ha vuelto a la tierra. Pero vivió. Sus flores plásticas están muertas y por eso no pueden morir. Todo lo que vive morirá; sólo las cosas muertas no mueren nunca...
Recuerda esto: las cosas muertas nunca mueren y por eso ofrecen seguridad. Siempre existe la posibilidad de que un ser vivo desaparezca en cualquier momento y en eso radica el problema de la vida; pero vive y vale la pena arriesgarse por esa vida".
Osho, La armonía oculta. Conversaciones sobre Heráclito
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