Hay un dato muy curioso, dejamos de estar enamorados por las mismas razones que nos enamoramos. Un día valoramos lo sociable que es nuestra pareja, es muy divertido. Con el tiempo nos horroriza, parece que los de “fuera” le importan más que los de “dentro”. Un día valoramos su romanticismo, el mismo que años más tarde nos agobia, es un pesado, siempre está encima mío, controlando lo que hago… Esto me sugiere que nos enamoramos de quien proyecta como anhelamos ser, nos des-enamoramos cuando no lo conseguimos. Quizá no es que el otro cambie, sino que uno mismo no lo ha hecho, no he cambiado = no he progresado. Y, me molesta que la actitud de mi pareja me lo recuerde constantemente…
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