lunes, 13 de junio de 2011

NARCISA Y LA BESTIA...

Ningún pretendiente era lo suficientemente hermoso para ella. Una noche un poeta de aspecto horrible se pegó un espejo en la cara y fue a declamar ante su balcón. La bella descorrió la cortina a regañadientes. No escuchó el delicado poema pero vio su imagen en la máscara plateada. “Eres el hombre que he estado esperando. Tu belleza me subyuga. Llévame contigo, por favor”, le rogó. “Sólo si sacrificas tus ojos te hago mía”, le respondió él. La virgen, sin vacilar, hundió las uñas en sus pupilas. El monstruo se despegó el espejo de la cara y pudo por fin besarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario