Pregunta: -Siempre te escucho decir:
“Dejá de hacer, y observá”.
Últimamente, te escuché decir varias veces que la mente debería ser el sirviente y no el amo… Y es cierto que no hay nada que hacer excepto observar, pero igual me sigue dando vueltas la pregunta: ¿No puede hacerse otra cosa con este sirviente rebelde, además de observar…?
Respuesta: -No, no puede hacerse otra cosa con este sirviente rebelde, además de observar. Aparentemente, parece una solución demasiado simple, para un problema demasiado complejo, pero esto forma parte de los misterios de la existencia. El problema puede ser muy complicado, y la solución muy simple.
Mirar, ser testigo, ser conciente, parecen ser pequeñas palabras como para resolver toda la complejidad de la mente…porque millones de años de herencia, de tradición, de condicionamientos, de prejuicios, ¿cómo van a desaparecer solamente observando?…-pero desaparecen.
Como decía Gautama, el Buddha solía decir, si las luces de la casa están prendidas, los ladrones no se van a acercar. Sabiendo que el amo está despierto -porque se ve la luz por la ventana, o por la puerta podés ver que la luz está prendida- , no es el momento de entrar a la casa…Cuando la luz está apagada, los ladrones se sienten atraídos…la oscuridad misma parece una invitación…Como solía decir Gautama, el Buddha, pasa lo mismo con tus pensamientos, con tu imaginación, con tus sueños, con tus ansiedades, y sobre todo con tu mente…
Si el testigo está ahí, ese testigo es casi como una luz…-y esos ladrones empiezan a dispersarse…y si estos ladrones descubren que no hay un testigo, van a llamar a sus hermanos, primos y a todo el mundo, diciendo:
“¡Vengan!”
Es un fenómeno tan simple como el de la luz… En el momento en que traés la luz, desaparece la oscuridad…- No preguntás:
“¿Hay suficiente luz para que desaparezca esta oscuridad?”
Cuando ya trajiste la luz, no decís:
“¿Hay que hacer algo más para que la oscuridad desaparezca?”
No, porque solamente la presencia de la luz es la ausencia de la oscuridad… -la presencia del testigo, es la ausencia de la mente, y la ausencia del testigo, es la presencia de la mente…
Entonces, desde el momento mismo en que te ponés a mirar, de a poco, a medida que el observador se va haciendo más fuerte, tu mente se va haciendo más débil…
En el momento en que se da cuenta que el observador llegó a su madurez, la mente inmediatamente se somete como un hermoso sirviente… Es un mecanismo… -si llegó el amo, entonces puede usarse la máquina…
Si, en cambio, el amo no está, o si está profundamente dormido, la máquina hace sus cosas, cualquier cosa que pueda hacer por sí sola, total… como no hay nadie que le dé órdenes, como no hay nadie que le diga:
“Pará. No hagas eso; no quiero que hagas eso”.
Entonces la mente de a poco se va convenciendo que ella es el amo, -que por otra parte lo viene siendo desde hace miles de años…
Por eso, cuando tratás de ser un testigo, ella pelea, porque la cuestión es que se olvidó por completo que solamente es un sirviente…-estuviste tanto tiempo ausente que ya no te reconoce…y de ahí la lucha entre el testigo y los pensamientos, pero la victoria final va a ser tuya, porque la naturaleza y la existencia, ambas, quieren que vos seas el amo, y la mente el sirviente…y así las cosas van a estar en armonía, y la mente no se va a poder equivocar…así todo va a estar existencialmente relajado, en silencio, fluyendo a su destino…
No, no tenés que hacer nada, excepto observar…
Paddy compró un loro en un remate. Le preguntó al que subastaba:
-Mire, gasté muchísima plata en este loro, ¿está seguro que vá a hablar…?
Y el subastador le contestó:
¡Claro que estoy seguro! -si hasta me estaba ofertando más plata que vos…
La inconciencia de la mente es tan grande, y sus estupideces son tan grandes…
Escuché por ahí que los ateos irlandeses -viendo que los creyentes habían creado un servicio telefónico-, ¡Hicieron lo mismo y crearon uno para ateos!… Y ahí está, siempre la mente competitiva… ¡Y cuando los llamás por teléfono nunca atiende nadie!
Dos vagabundos estaban sentados una noche cerca de una fogata…uno de ellos estaba muy deprimido…
-Sabés, Jaime -reflexionó- la vida de un vagabundo no es tan buena como la pintan… Muchas noches durmiendo en el banco de una plaza, otras tantas en un establo, congelándote… siempre viajando a pie, y sobre todo, evitando a la policía… Además de tener que aguantarte el hecho de que te echen a patadas de todas partes, escapando de un pueblo a otro, y sin saber jamás de dónde va a venir tu próxima comida… Y por si esto fuera poco, aguantarte el desprecio de tus semejantes…
Su voz se apagó y suspiró profundamente.
-Bueno…-le dijo el otro vagabundo- si te sentís así por tu situación, ¿por qué no vas y te buscás un trabajo?
-¡¿Qué?! -dijo el primero, con asombro -¡¿Y tener que admitir que soy un fracaso?!
La mente se acostumbró a ser el amo. Va a tomar algún tiempo ponerla otra vez en sus cabales…
Y para esto alcanza con ser testigo, pero este es un proceso muy silencioso, aunque las consecuencias son tremendamente grandes… -es más, no existe otro método mejor que este de ser testigo, en lo que respecta a disipar la oscuridad de la mente. En realidad, hay 112 métodos de meditación; yo los probé todos y no intelectualmente -me llevó años profundizar en cada uno de ellos y descubrir su esencia…
Y después de pasar por 112 métodos, quedé asombrado que la esencia es siempre la misma; ser testigo…
Las cosas secundarias de los métodos difieren, pero lo central de cada uno de ellos es siempre ser testigo.
Por lo tanto, puedo decirte que solamente hay una meditación en todo el mundo, y ella es el arte de ser testigo. Esta meditación lo va a hacer todo -va a realizar tu ser completamente y va a abrir las puertas de Satyam, Shivam, Sundram: la verdad, la divinidad, y la belleza.
Osho
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