Shanti recorría las ciudades predicando la palabra Divina, cuando un hombre vino a buscarlo para que curara sus males.
—Trabaja, aliméntate y alaba a Dios –respondió Shanti.
—Cuando trabajo, me duele la espalda. Cuando como, mi vientre arde de acidez. Cuando bebo, siento molestias en la garganta. Cuando rezo, siento que Dios no me escucha.
—En ese caso, busca a otra persona que te dé otros consejos.
El hombre se marchó, enfadado. Shanti se dirigió a los que habían escuchado la conversación:
—Él tenía dos formas de encarar cada cosa, y elegía siempre la peor. Cuando muera, es posible que también se queje del frío que hace dentro de la tumba.
VÍA LA REVISTA
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