—¡Que extraño! —dijo la muchacha avanzando cautelosamente.— ¡Qué puerta más pesada!La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.—¡Dios mío!— dijo el hombre. —Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!—A los dos no. A uno solo— dijo la muchacha.Pasó a través de la puerta y desapareció.
Leído en el Libro de la Imaginación de Edmundo Valadés, original de I. A. Ireland.

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