jueves, 5 de mayo de 2016

ESTOY MURIENDO DE HAMBRE...♥



En medio de una tempestad de nieve, el viajero llegó al convento.

—Me estoy muriendo de frío y de hambre, y no tengo cómo ganarme el sustento; necesito comer.

Sucede que justo aquel día la tempestad había impedido que los monjes abasteciesen la despensa, y no había absolutamente nada para comer o beber. Compadecido, el abad abrió el sagrario, sacó las hostias consagradas y el cáliz de vino, e hizo que el extraño se alimentase con ellos.

Los demás se quedaron horrorizados:

—¡Eso es un sacrilegio!

—¿Por qué, sacrilegio? –respondió el abad–. Vosotros ya habéis oído hablar de David, que comió el pan del tabernáculo cuando pasó hambre. Cristo sanaba en sábado, siempre que era necesario.

»Yo apenas he puesto el espíritu de Jesús en práctica: el amor y la misericordia ahora pueden hacer su trabajo.

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