Cada vez que tengas un recuerdo doloroso de tu infancia, viaja por tu memoria y, con la edad que tienes hoy, dile a tu niñ@:
“Pequeñ@ mí@, no estés triste, no estás sol@.
Yo estaba contigo, acompañándote todo el tiempo. Soy tu amig@. Juega conmigo".
Y así agregas a tu infancia cosas que no tenías en tu memoria y la cambias.
Puedes agregar alas invisibles a tu niñ@ y hacerl@ volar, darle belleza, darle valores, colorear las calles, llenar su casa de objetos preciosos, hacerl@ conversar con los animales
y las plantas, mejorar a sus padres, etc… Y si tú, hoy estás triste, puedes invocarte a ti mism@, cuando serás un/una ancian@ sabi@ que te diga:
“Querid@, soy tú con cien años más.Ya lo ves, no estás sol@, estoy junto a ti.
Tengo una inmensa sabiduría y puedo aconsejarte”.
Alejandro Jodorowsky.
VÍA PLANO SIN FIN
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