¿Por qué enmascaramos lo que
sentimos? ¿Quién
d i j o q u e l o s
“hombres no lloran”?
¿O que no se puede
sentir envidia o rabia?
¿Dónde está escrito lo
que podemos y no podemos sentir para vivir
en sociedad, tener éxito
o ser aceptados? No
hay un manual de
“emociones que sentir
en lugares específicos” .
Aún así, en la actualidad
parece que estemos en
un continuo baile de máscaras en cuanto a emociones se refiere. Veamos
algunos de los cosméticos emocionales más
utilizados (1):
Æ Máscara de la calma
aparente: nos han dicho
que no es bueno enfadarse, y así respiramos hondo para aparentar calma
sin lograrla. Tarde o temprano el volcán que cultivamos en nuestro interior
a base de ira reprimida
estallará. Es una estrategia peligrosa.
ÆMascara de la invulnerabilidad: nada puede
conmigo y además, puedo con todo. Hay mucho
m i e d o e n m a s c a r a d o ,
falta de autoconfianza y
mucha necesidad de
control. Tarde o temprano la máscara dará paso
a la verdad y puede aparecer una gran soledad.
ÆMáscara del control:
“Soy competente y nada
se me escapa” estas
personas no solo
son directores de su
vida sino que también de los de su
entorno. Su visión es
siempre la mejor,
pues si los otros no
hacen lo que dicen
se descontrola y
aparecen las dudas,
la incerteza, la desconfianza, el miedo.
Estas son algunas
máscaras habituales, tal vez puedas descubrir si te ocultas tras
alguna de éstas o de
cualquier otra. Sea cual
sea no nos protege, sino
que nos aísla y nos coloca en un terreno peligroso: el de olvidarnos quienes somos. Las máscaras son al final fuentes
de las que emana el
estrés, el desequilibrio
y el dolor emocional.
¿No te parece caro este
maquillaje?
(1) Jaume Soler y Mercè Conangla
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