Un buen amigo del alma me acaba de contar que esta mañana al amanecer ha encontrado a su hijo muerto en la cama, que ha estado media hora como loco intentando recuperarlo, pero que ya había partido hacia su verdadero hogar. Y eso después de pasar la tarde de ayer viendo videos y hablando de temas sobre reencarnación y vida después de la muerte. Ni siquiera había cumplido los treinta. Revivía ahora esa vieja enseñanza que afirma que quien está despierto en el momento de recibir la visita fantasmagórica de la muerte se ha convertido en su propio maestro. Cuando miramos de frente a la dama blanca, esta mirada nos muestra de manera precisa toda nuestra historia personal, y el guerrero la observa pasar por última vez. Pero lo importante no es observarla, todos la ven, sino convertirse en ella, ser nuestra historia viva. Todos la ven, pero sólo los buenos guerreros tienen cuerpo luminoso para integrar esta comprensión. Noé, que vueles en la alegre paz del corazón alado…
Está claro el miedo de nuestra cultura a la muerte. Es tal que hay muchos que llegan a la tercera edad sin haber acompañado nunca a un familiar en el lecho de muerte, sin haber participado en ningún velatorio o realizado una ceremonia de levantada de cruz por un muertito. El ansia de seguridad y control hace que este tema no sea científico, el paso tras el velo, que inconscientemente se identifica con la pérdida, el sufrimiento, el fracaso o la aniquilación. Lo conocido se esfuma y comienza lo desconocido, lo indemostrable, lo que no puede ser alcanzado por el ego ni comprado por la materia. Entramos en las emociones profundas del corazón y en el sentido trascendental de la vida, en el misterio indescriptible y finalmente en la espiritualidad.
Sin embargo, las tradiciones chamánicas de fusión con la naturaleza afirman que sin la presencia de la muerte como consejera, jamás podemos reunir el poder personal suficiente para atravesar dignamente por el jardín de la vida. Incluso las experiencias cercanas a la muerte dan un atisbo de lo que ya conocemos como el viaje del alma en desdoblamiento:
te desapegas del cuerpo físico y lo ves desde lo alto comprendiendo que no somos eso;
entras en una dimensión alternativa que te transmite la sensación del contacto con la luz y el amor;
en esta realidad aparte recapitulas tu propia vida del presente hacia atrás;
tienes experiencias de estados alterados de conciencia, llenos de color, música, de paisajes increíbles, un sentimiento de ser uno con todo;
te encuentras con guías, maestros, ángeles y familiares o amigos ya fallecidos, pudiendo dialogar con ellos y recibiendo consejos que dan un nuevo sentido a tu vida;
Por último dejas de temer la muerte y por fin encuentras el valor de la vida.
Es fácil que las gentes que atraviesan estas experiencias se atrevan a penetrar en el misterio detrás del velo, a viajar fuera del cuerpo, abrirse a sentimientos intensos y entrar en estados profundos de meditación.
MIYO
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