En el sistema de creencias del ego, a la culpa le corresponde un castigo; y para que nuestra vida se ajuste a esa percepción equivocada que tenemos de nosotros, modificaremos nuestra realidad (de manera inconsciente) para recibir efectivamente ese castigo, el que nos llegará en la forma de conflictos, fracasos o enfermedades.
Pero si nos sentimos a gusto tal como somos, si tenemos una relación saludable con nosotros mismos, si somos capaces de vernos amorosamente en cualquier circunstancia, es decir, si nos queremos sin condiciones, entonces nos sentiremos naturalmente merecedores de todo lo bueno, de cualquier cosa que anhelemos. Y ejerciendo nuestra milagrosa facultad de crear, haremos que nuestra vida refleje la plenitud, el bienestar y el amor que desarrollamos primero en nuestro mundo interior.
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