Tienes una tarea para realizar.
Desde que has nacido la tienes
pero raramente la descubres.
De vez en cuando, y como una estrella,
alguien la devela.
Entonces, con ella,
ilumina al mundo.
Cuando no la has descubierto,
cuando no has puesto en claro tu tarea,
entonces vagas sin rumbo,
te abandonas a la desidia o a la desdicha,
o te empeñas y te afanas
y corres y luchas, enardecidamente;
o te embarcas perezosamente en tus ensueños;
o roes amargamente la realidad,
como un hueso que se escapa a tus dientes,
o persigues la vida, desesperado,
como a una flor única que te niega a su perfume.
Porque hagas lo que hagas,
es a ti a quien persigues,
y tu tarea es: encontrarte.
Tu tarea es: saber quién eres.
Tu tarea es: saber para qué eres.
Y hagas lo que hagas,
y aunque te multipliques y te agotes,
y aunque persigas encarnizadamente tus sueños,
si no realizas Esa tarea:
no habrás hecho nada, nunca,
en tu vida.
Rumi.
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