sábado, 7 de enero de 2012

ANIMALES DE COMPAÑÍA ...LA CURA EMOCIONAL....♥



Según un estudio del "American Journal of Cardyology" sobre hombres y mujeres que habían sufrido un infarto seguido de arritmias peligrosas, después de seguir la evolución de los pacientes durante más de un año resultó que los que tenían un animal doméstico se enfrentaban a una probabilidad de morir durante aquel período de tiempo seis veces menor que el resto.
También había otro estudio en el que la gente mayor con mascotas presentaba una resistencia psicológica más importante ante las dificultades de la vida, e iban muy menos al medico. También les hice que leyesen un estudio de un grupo de Harvard que demostraba que el simple hecho de tener cuidado de una planta bajaba la tasa de mortalidad de los que viven en una residencia para la tercera edad hasta un 50%. Cité un trabajo de pacientes con Sida que demostraba que los propietarios de un gato o de un perro estaban mejor protegidos de la depresión. Finalmente hacía referencia a la cabecera del conocimiento que para mis colegas es el "Journal of the American medical Association", que el 1996 publicó un estudio referido a personas disminuidas que prácticamente eran incapaces de moverse sin ayuda, muy similar a los pacientes ancianos que me habían pedido que visitase. El estudio demostraba que estas personas eran más felices, tenían una autoestima mayor y una red claramente más extensa de amigos y de conocidos si gozaban de la compañía de un perro. De hecho, otro estudio descubrió que la mera presencia de un animal al lado nos hace ser "más atractivos" a los ojos de los otros (...).
La doctora Allen eligió la mitad de la población de corredores de bolsa al azar, y le adjudicó un perro o un gato. (Los sujetos tenían la posibilidad de elegir la especie.) Seis meses después, los resultados hablaban por ellos mismos: los que habían recibido mascotas ya no reaccionaban delante del estrés de la misma forma. No solo se había estabilizado la presión arterial, incluso en períodos de estrés, sino que su actuación en tareas que comportaban tensión (como, por ejemplo, el cálculo mental rápido y hablar en público) era mejor significativamente. Hacían menos errores, lo cual implicaba que tenían más control sobre las emociones y, por lo tanto, sobre la concentración. En otro estudio, la doctora Allen fue capaz de demostrar que las mujeres mayores (de más de setenta años) que vivían solas con animales de compañía tenían la misma tensión sanguínea que las de veinticinco con una vida social activa.

David Servan-Schreiber. "La cura emocional". Barcelona: Kairós. 2004

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