¿ Qué tengo que hacer yo para ser santo? -preguntó el joven Kumar a su Maestro Tulsideva. -¿Debo ser bueno?. -Debes ser bueno, sí, pero ello no es todo, -respondió Tulsideva.
-¿Debo ser puro?.
-Sí, pero igual ello no es todo.
-Tal vez lo que necesite es hacer una peregrinación a los lugares sagrados, alimentarme de frutos solamente y vivir para la oración.
El maestro permaneció callado. Como llegaba la noche, prendió la lámpara de su cuarto, y una mariposa, atraída por la luz, se fundió con ella.
Tulsideva, al contemplarla, dijo entonces a su discípulo:
-Kumar, esa mariposa no ha leído como tú grandes tratados de metafísica, ni ha buscado un Maestro a quien preguntarle cómo hacer para fundirse con su amado fuego. Tú también, como la mariposa, cuando tengas el corazón pletórico de Amor por Dios, te fundirás en la llama de su amor para ser Uno con Él, quemando de ese modo los trajes de tu ego y sus inacabables preguntas, dudas y filosofemas. Interrogamos cuando todavía no sabemos andar el camino. Cuando ya lo conocemos se duermen nuestras elucubraciones. Así también, cuando el Amor a Dios despierta en nuestros corazones, nos dedicamos simplemente a amarlo y esa es, querido Kumar, la más pura Santidad.
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