domingo, 24 de julio de 2016

LA DESESPERACIÓN NUNCA ESTÁ EN EL PRESENTE


La desesperación, efectivamente, nunca está en el presente. Es del dolor del pasado o de la angustia por el futuro. Por eso, debemos centrarnos en el aquí y el ahora. Un presente que siempre nos ayuda. 


Dónde está tu cuerpo, está tu mente. Y donde ambos están, se concentra el punto de energía. No canalices la experiencia hacia el recuerdo, sino hacia el momento en el que te encuentras. Sea como sea. En ti y por ti.


A veces uno no tiene nada, o no tiene nada de lo que quiere. Pero siempre se tiene uno a sí mismo; y uno mismo es todo un universo.


Hay que comenzar por concentrarse en lo más profundo del ser propio. Ahí, en el templo del alma con suma calma. Hacer un espacio interior. Un silencio interno. Un momento de paréntesis donde entrarás en un paraíso solamente tuyo y en donde nunca estarás sólo.


Ahí en lo más íntimo, está tu dios. Una energía poderosa, compasiva y amorosa que te envuelve llenando de luz todo tu ser. Y ahí, en ese punto, en ese mismo momento, todo está bien. 


Absolutamente bien. Y no necesitas a nadie. Ni tienes nada pendiente, nada que resolver, nada por lo que sufrir, nada que atender, ni nada que reclamar.


Estás tú y tu energía. Tú y tu templo. Tú y tu dios.
Entra dentro, lejos, a lo más profundo, en ese reducto donde todo es posible y dónde estás cuidado; donde todo está bien. Donde nada te puede dañar. 


Desea esa luz. Búscala. Encuéntrala. Está ahí para ti. Es tuya. Disfrútala y disuelve tus dudas, tus temores, tus angustias en su fragancia. 


Dentro. En el silencio interior.

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