Al rabí Hiyyá bar Abba y al rabí Abbahu se les tenia por dos de los más grandes eruditos rabínicos de su tiempo y, casualmente, ambos aparecieron el mismo día en un pueblo para pronunciar sus respectivos sermones, atrayendo cada uno de ellos una considerable audiencia.
El Rabí Hiyyá estaba tratando de serios asuntos de índole legal, mientras que las enseñanzas del rabí Abbahu se componían principalmente de cuentos y parábolas. Así, no pasó mucho tiempo hasta que toda la gente que se había congregado para escuchar al rabí Hiyyá se pasara con la multitud reunida para escuchar los maravillosos cuentos del rabí Abbahu.
Comprensiblemente, Hiyyá se quedó un tanto decepcionado cuando vio que se había quedado con nada más que unos cuantos oyentes. Más tarde, aquel mismo día, le dijo Abbahu:
—Te voy a contar un cuento. En cierta ocasión, dos mercaderes llegaron a un pueblo para vender sus mercancías.Uno de ellos vendía piedras preciosas y el otro vendía bisutería barata. Al principio, la gente del pueblo se reunió alrededor del comerciante que traía las mercancías más caras. Como es natural, tenían curiosidad por ver de cerca las finas gemas. Pero, cuando llegó el momento de comprar y no sólo de mirar, acudieron en masa al mercader de labisutería, y fue con él con quien se gastaron su dinero.
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