Debo ser atractivo/a
Debo ser delgada, debo ser musculoso, debo vestir como los demás… Los cánones de belleza son dictados por la moda y la publicidad. Y si no cumplo con esos dictados… ¿debo sentirme mal por ello? Este “debo” genera frustración, problemas de autoestima, y deriva en último término en trastornos de la alimentación, como la anorexia y la bulimia, o en adicciones, como el llamado “culto al cuerpo” (la vigorexia) o adicción a las compras para estar continuamente cambiando la ropa del armario.
Debo ser fuerte
No se me está permitido derrumbarme, y mucho menos apoyarme en los demás. La gente que se rinde, la gente que pide ayuda o que va al psicólogo, son débiles, y he de esforzarme todo lo posible por no parecerme a ellos. Este “debo” es una presión psicológica constante cuyo fin es ocultar una realidad inherente a la propia esencia del ser humano: somos seres vulnerables.
Es uno de los más dañinos, porque provoca la represión de emociones y, paradójicamente, por querer aparentar fortaleza, son estas emociones las que se hacen fuertes dentro de nosotros. También impide la búsqueda de apoyo social, que es vital para la solución de muchos de nuestros problemas.
VÍA PLANO SIN FIN
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