Podría comerte a versos, tomar tu cuerpo abrazando las tapas de tu piel, beber a sorbo tus puntos y comas, saborear tus palabras, disfrutar de la humedad de tus suspiros, serenar tu discurso, volverte loco con el derroche de mis letras…
De hecho puedo sentirte intenso en cada tilde, recorrer tus curvas, sosegarte con comas, acentuar cada poro de tu piel, acariciar tu esencia, fantasear con los caminos de tu historia, manejar tus capítulos, pasar tus hojas, cerrar la encuadernación de tu cintura.
Y es que ando tan textual que podría comerte a versos, devorarte en prosa, cocinarte en rimas y decorarte con los garabatos de mi mente. Entonces, y solo entonces, así te haría mío mientras que yo sería tuya durante los instantes que durara nuestra lectura.
“Te daría un café con Borges y un cigarro de Cortázar. Te daría a Lorca en jarrón de rosas. Una almohada de Sabines y cobijas de Benedetti. Una ventana de García Márquez y la luna de Neruda.
Te daría la lluvia de Becquer y el viento de Darío. Te daría la pasión de Frida, caricias de Mistral y suspiros de Storni. También te daría una papel de Llosa y luz de Fuentes. Te daría una pluma con tu propia tinta y besos de mi propia boca.
Te daría risa al compás de nuestra música y nuestro amor. Te daría nuestro amor envuelto en el tiempo. Sacaría la arena del reloj y la contaría grano a grano. Haría de nuestro idilio algo eterno. Y todo, todo esto lo haría por ti”.
VÍA LA MENTE ES MARAVILLOSA
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