Se te ha caído la corona de tanto llorar, princesa. Los sapos no se convierten en príncipes. Nunca lo hicieron. Los príncipes ya no te llevan en volandas, ya no van a rescatarte del dragón ni te dan besos que te devuelven a la vida.
Las princesas tampoco son lo que eran o lo que “deberían ser”. Ellas ahora quieren seringenieras, no muñecas. Y si quieren ser muñecas, muchas quieren ser muñecas ejemplares. Fuertes, independientes, empoderadas.
Sálvate tú. Rásgate el vestido. Vuela con los pájaros y olvídate de madrastras y de carrozas encantadas. No te resignes y no aceptes tu destino, elige. Cuestiona tus perdices, no vivas de un cuento, busca ser feliz.
VÍA LA MENTE ES MARAVILLOSA
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