lunes, 8 de junio de 2015

SABIENDO ESCUCHAR LOS INSULTOS



En el reino del Oeste vivía una reina llamada Layla. Su sabiduría iluminaba la tierra como el sol, su belleza cegaba a los hombres y su riqueza era mayor que la de cualquier otro soberano.
Cierta mañana, su principal consejero solicitó una audiencia y comentó:
—¡Gran reina Layla! Sois la más sabia, más bella y más rica mujer del mundo. Pero he escuchado cosas que no me agradan: algunas personas se burlan o protestan de vuestras decisiones. ¿Por qué, a pesar de todo lo que habéis hecho por vuestros súbditos, ellos aún no están contentos?
La reina sonrió y respondió:
—Mi fiel consejero, sabes cuánto yo he hecho por mi reino. Siete regiones están bajo mi control y todas ellas disfrutan de paz y prosperidad. En todas las ciudades, las decisiones de mi corte son justas e inspiradas.
Puedo hacer casi todo lo que quiero. Puedo ordenar que se cierren las fronteras, sean clausurados con cerrojos los portones del palacio, y el cofre del tesoro sellado por tiempo indefinido.
Pero existe solo una cosa que no puedo hacer: mandar al pueblo que se calle. No se trata de escuchar lo que ciertas personas dicen de falso: lo importante es continuar haciendo lo que yo considero verdadero.




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