jueves, 27 de noviembre de 2014

LAS 3 PUERTAS...LAMA Tenzin Wangyal

 

- ¿Podría extenderse algo más en este sentido?

- Hay en nosotros 3 “puertas”: el cuerpo, el habla y la mente. Todas pueden crear dolor y eso es lo que nos causa sufrimiento. Pero sucede así porque no las usamos para entrar, sino para salir, para perdernos, para desconectarnos.

Cuando encuentres dificultades, cierra los ojos un momento, lleva la atención hacia el interior. Siente la quietud de tu cuerpo. Existe entonces la posibilidad de encontrar un espacio ilimitado dentro de ti. Podemos llamarlo “madre”, “la esencia”, “lo divino”,… No importa: está ahí, y cuando lo descubres es como cuando un niño anda perdido y de pronto se encuentra a su madre. Como alguien que se ha perdido a sí mismo y se vuelve a encontrar. Es una vuelta al hogar. En ese momento, cualquier problema se resuelve si confías plenamente, si descansas en ese espacio donde encuentras libertad interior. Se trata de un lugar con infinitas posibilidades.

- ¿Por qué es importante el silencio?

- La 2ª “puerta” es la palabra, el habla. Tenemos muchos pensamientos, que son como voces vibrando en nuestra cabeza y que nos dicen lo que tenemos que hacer. Pero, a menos que esas voces se callen, no puedes sentir verdadera conexión contigo mismo y escuchar el silencio interior. Normalmente oímos el ruido de los pensamientos, discutimos o negociamos con ellos. Nuestra atención está en esas voces que nos impiden sentir el silencio. Pero podemos aprender a escuchar y oír el silencio. Cuando lo descubres, sientes paz, creatividad. Puedes entonces escuchar voces interiores de sabiduría.

Un buen consejo para eso sería: no confíes en los pensamientos, confía en el silencio. Se han hecho estudios acerca de cómo se toman mejores decisiones: hablando y comentando a fondo o permaneciendo abiertos a las intuiciones. La conclusión es que en última instancia las intuiciones resultan más efectivas. En el silencio hay más mensajes que en las voces del pensamiento. Pero tienes que aprender a escuchar tu propio silencio.

Abiertos al espacio.

- ¿Cuál es, pues, la verdadera mente?

- Decimos que la tercera puerta es la mente. Pero para el budismo, la mente está en el corazón, no como órgano material sino como centro de consciencia. Según los físicos, el universo es prácticamente un espacio vacío. También en nuestro corazón hay un espacio ilimitado. Poniendo atención en el corazón puedes descubrir ese espacio que es la fuente que da nacimiento a todo.

Por eso, la medicina que recomiendo consta de 3 remedios: la píldora blanca de la quietud, la roja del silencio y la azul de la espaciosidad. Cuando te tomas estas 3 pildoras encuentras lo que llamamos “refugio interior”, te sientes protegido y guiado, y encuentras soluciones. Y esto sirve para cualquier persona, porque ese espacio no es budista sino universal.

- Todos buscamos amor. Queremos darlo y recibirlo. ¿Qué opina en este sentido?

- En ese espacio interior que hemos hablado encontramos igualmente el amor. No se trata del amor del “te quiero”, basado en el deseo egoísta o en elmiedo. Es un amor ilimitado, absoluto, en el que no hay odio. Es como el cielo abierto que ama las nubes y les permite vivir en su seno. Las nubes aparecen y desaparecen sin afectar a su esencia. El espacio no se apropia de lo que hay en él. Del mismo modo, ese espacio interior es el mayor procesador o purificador de pensamientos negativos y emociones conflictivas que podamos tener.

- La muerte es quizá el principal miedo. ¿Cuál sería una correcta actitud hacia ella?

- No hay nada malo en la muerte. Es algo normal, como el nacimiento. Si lo miramos sin prejuicios sería como tomarse una siesta. No es algo negativo ni un fracaso. Los budistas creen que a los 49 días vuelves a nacer. Eres el mismo, pero te conviertes en un precioso bebé. Es un proceso natural, pero es humano sentir miedo. La solución vuelve a ser conectar con el ser o espacio inmutable, con la esencia que no muere. Solo es un proceso corporal pero tú no eres meramente algo físico. No hay identidad, te sientes más libre y sin miedo. Cuando experimentas eso realmente, la relación con la muerte también cambia: sabes que no vas a morir.

DANIEL BONET. Traducción simultánea: Belén Giner. Revista Cuerpo Mente.

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