Tomo un té muy especial cada noche. De la parte final del hilo que se engancha a la bolsita, pende un trocito de cartulina con un mensaje en inglés.
Hoy
la frase que me ha tocado es la que encabeza esta entrada como título.
Me gusta descubrir que pensamiento me corresponde al final del día. Es
como si en realidad estuviese hecho para mí. En más de una ocasión, lo
he sentido como un mensaje que viene a responder a mis dudas, mis
temores o las inquietudes que suelen proyectarse cuando en realidad debería estar durmiendo.
“EL
amor siempre es una victoria”. Me ha dejado sin palabras y, de golpe,
se ha llevado volando los reproches que a veces le hago al amor por
abrir a su vez la puerta del dolor.
Es
como si algo me hubiese dicho al oído…”mira por encima de todo y
aprende que sea como sea, amar siempre es un privilegio, incluso aunque
no te amen. En definitiva, el gozo, la plenitud y la intensidad del amor
lo vive uno mismo por encima y a pesar de todo.
No
es fácil mantenerse amando, te amen o no. El amor se retroalimenta
incansablemente de ilusiones, fantasías e incluso sueños cuando se ama
en solitario.
De
cualquier forma, amar siempre es rentable, siempre. Nos aporta una
sensibilidad difícilmente superable. Nos abraza la receptibilidad, la
comprensión y la compasión. Nos diluye en la ternura y la cercanía. Nos
serena y aquieta a la vez. Abre, de par en par, las puertas del alma y
deja que se meza en ella lo que se ama.
Por
eso y por millones de cosas más, el amor siempre es una victoria sobre
nosotros mismos, sobre nuestro orgullo, la soberbia y la prepotencia.
Nos inclina ante el que sufre y nos doblega ante la bondad.
Amar solamente tiene ventajas…aunque parezca, en ocasiones lo contrario.
VÍA MIRAR LO QUE NO SE VE
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