Cuando él rezó, yo me dí cuenta de que no era de mi religión.
Cuando gritó su odio, no estaba dirigido a los que yo odiaba.
Cuando se vistió, sus ropas no eran siquiera parecidas a las mías.
Cuando habló, no lo hizo en mi idioma.
Sin embargo, cuando rió, noté que se reía igual que yo me río.
Y cuando lloró, supe que su llanto era exactamente igual al mío…
Autor desconocido…
VÍA EL TRASTERO DE MI MENTE
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