–¿Cómo ingresó usted en la vida espiritual? –le preguntó uno de los discípulos al maestro sufí Shams Tabrizi.
–Mi madre me decía que yo no estaba tan loco como para internarme en un manicomio, y que tampoco era lo bastante santo como para entrar en un monasterio –respondió Tabrizi–. Entonces, opté por dedicarme al sufismo, donde aprendemos a través de la meditación libre.
–¿Y cómo le explicó eso a su madre?
–Con la siguiente fábula: alguien dejó un patito junto a una gata para que esta lo cuidase. Aquel seguía a su madre adoptiva por todas partes hasta que, cierto día, los dos fueron a parar a la orilla de un lago. Inmediatamente, el pato entró en el agua, mientras la madre gritaba desde fuera: “¡Sal de ahí inmediatamente! ¡Te vas a ahogar!”.
»Pero el patito respondió: “No, mamá. He descubierto lo que es bueno para mí, y sé que este es mi lugar. Voy a continuar aquí, aunque tú no consigas entender lo que un lago significa”.
VÍA LA REVISTA
No hay comentarios:
Publicar un comentario