De joven, Abin-Alsar escuchó una conversación de su padre con un derviche.
–Ten cuidado con tus obras –dijo el derviche–. Piensa en cómo estas pueden afectar a las generaciones futuras.
–¿Qué tengo que ver yo con las generaciones futuras? –respondió el padre–. Nunca voy a conocerlas; cuando yo muera, todo habrá acabado, y no me importa lo que dirán mis descendientes.
Abin-Alsar nunca olvidó esta conversación. Durante toda su vida se esforzó en hacer el bien, ayudar a la gente y hacer su trabajo con entusiasmo.
Se convirtió en una persona conocida por su preocupación por los demás; al morir, había dejado un gran número de obras, que mejoraron considerablemente el nivel de vida de su ciudad.
En su túmulo, ordenó que grabasen el siguiente epitafio: “Una vida que acaba con la muerte, es una vida que no valió la pena”.
PAULO COELHO
No hay comentarios:
Publicar un comentario