¿Eres consciente de la responsabilidad que supone elegir con quién compartes tu energía más íntima?.
Todo encuentro íntimo con una persona te une de una forma especial con ella. Las energías y las almas se entrelazan y cuanto más profunda sea esa conexión más se comparte y se intercambia energía con esa persona.
Si estás con una persona que no le hace ninguna limpieza interna a su ser y si además esta persona ha estado con muchas otras y tampoco ha limpiado lo que las demás han dejado en ella no sólo estarás adquiriendo parte de su carga energética sino que también estarás tomando parte de las energías de las demás personas que intimaron con ella.
Antes de intimar con una persona recuerda:
“DUERME CON ALGUIEN QUE DESEARÍAS SER”.
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Cuando unimos las auras con alguien, aunque haya sido una vez en la vida, juntamos karmas, energía, luz, vibración, conocimiento, y damos vía libre a larvas energéticas o entidades negativas como los íncubos o súcubos, etc…
El aura tiene de por sí una defensa natural, como la tiene la piel, que además es lo que le permite separar energéticamente un cuerpo áurico de otro aunque estén en contacto (en el metro o bus, por ejemplo, que vamos todos apretaditos, las auras se tocan, pero debido a esta cualidad intrínseca defensiva nunca se mezclan.
En el acto sexual lo que se persigue es lo contrario: la unión; las defensas bajan, las auras de las dos personas se fusionan y la energía se mezcla.
Si uno de los dos trae porquería en su cuerpo áurico, los dos acaban compartiendo esa porquería.
Cuando las dos personas se separan, cada uno tiene algo de energía del otro, con lo que eso conlleva. Si ninguno de los dos tenía porquería pero practican sexo sin amor, la lujuria perturba sus energías y puede crearse suciedad en las auras. Si la otra persona es lujuriosa y lleva hasta el extremo su lujuria ni siquiera podrá tener una relación sexual placentera porque todo le sabrá a poco.
El sexo es un poderoso vehículo muy elevado, espiritual, diseñado para recordar el momento de la Creación, y despierta las mismas fuerzas primarias creadoras. Una energía tan potente es como un faro enorme de luz. Movida por la lujuria, esta luz se distorsiona y puede atraer entes de energía perturbada.
El Amor, sin embargo, supone una entrada de la energía más elevada, y hace que la relación entre dos personas tan sólo atraiga bendiciones, estén protegidos y evita la distorsión energética.
Esto es algo hermoso cuando estamos realmente enamorados y queremos pasar con esta persona el resto de nuestros días, ya que cuando amamos realmente queremos compartir lo bueno y lo malo con nuestra pareja, pero cuando sólo fue un acto de placer, o de una noche, ya no es tan agradable, ya que de la misma forma unimos todo lo mencionado y esta unión energética dura siete años, a partir de la ultima relación sexual, ¡así es!, ¡siete largos años! en que el lazo no se rompe, y en que seguimos unidos de forma energética y kármica con todo aquel con quien hemos compartido nuestra cama, nuestro espacio y nuestro cuerpo energético.
Se complica cuando la cadena es grande, porque imagina a alguien que ha tenido relaciones sexuales digamos, con nueve personas; que a su vez cada una había tenido sexo con tres. ¿Puedes imaginar cuantos karmas y plasmaciones tienes tí después de esta cuenta benévola?.
Cuando unimos nuestra energía de este modo, también damos nuestro poder y vibración de vida a la otra persona, creando lo que antiguamente llamaban PUENTES DE PODER O LAZOS KÁRMICOS. Este tema es tan complejo impactante y profundo, que no acabaríamos en horas. Pero este conocimiento nos hará tener más consciencia de la ligereza o profundidad de nuestros actos.
VÍA LUZ ARCOÍRIS
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